La primera mujer que pisó la faz de la tierra disfrutaba del sexo y ésa fue su tragedia. Al menos eso sugiere la interpretación de los textos bíblicos que originó la leyenda judaica de Lilith.
Todo comienza, como siempre, en el Génesis. Sumido en aquel arrebato creativo que dio origen al mundo, Dios creó a la especie humana: “varón y hembra los creó” (1:27). Más adelante nos cuentan que “de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer y la trajo al hombre” (2:22). ¿Pero no había creado ya a la mujer en el primer capítulo? Así aparece Lilith: en un muy discutido vacío de la historia.
Dice la leyenda que Lilith fue esa mujer del primer capítulo. Creada en igualdad de condiciones que el hombre. Original. Única. Un poco hipster si se quiere. Dueña del mundo y de su cuerpo desnudo, pareja de Adán quien, atrapado en esa posición incómoda de tener que fundar la humanidad sin tener mucha idea de nada, la sometía a la peor de las circunstancias conyugales: el aburrimiento de la eterna posición del misionero.
Llitih abandonó a Adán con su vida inalterable en el Edén y se fue a copular con mil demonios a la orilla del Mar Rojo. Antes de eso había descifrado el nombre sagrado de Yahvé y eso la hizo acreedora de un par de alas que fueron su boleto a la libertad. Siglos después se harían novelas de vampiros con su nombre. Éste, y no la muerte de todos sus hijos, ha sido su peor castigo.
En plena depresión del lecho vacío, Adán convenció a Dios de que se sentía muy solo. Lloriquea un poco por los rincones del Paraíso hasta que se queda dormido y cuando despierta Dios ha creado para él una mujer excepcional. Toda regia, toda apéndice, toda madre hasta en el requisito del hijo problemático: toda Eva.
Eva vs. Lilith. En la bóveda de la Capilla Sixtina hay una representación de ese momento tragicómico de la historia en el que nos dimos cuenta de que estábamos desnudos. Miguel Ángel dibuja a la serpiente como una mujer sin extremidades inferiores con el torso desnudo, enrollando su largo cuerpo constrictor alrededor del árbol de la vida. Parece que la leyenda vuelve a darle un papel estelar a Lilith.
“A ella le gusta mucho el semen del hombre, y anda siempre al acecho de ver a dónde ha podido caer (generalmente en las sábanas). Todo el semen que no acaba en el único lugar consentido, es decir, dentro de la matriz de la esposa, es suyo: todo el semen que ha desperdiciado el hombre a lo largo de su vida, ya sea en sueños, o por vicio o adulterio. Te harás una idea de lo mucho que recibe: por eso está siempre preñada y no hace más que parir”, dice Primo Levi en Lilit y otros relatos.
A diferencia de los hijos de Eva que pueblan la tierra, los hijos de Lilith (los lilims) no sobreviven. Cientos de ellos son asesinados todas las noches por los tres ángeles que el Señor envió hasta el Mar Rojo para persuadir a la desertora de regresar al rebaño. Snvi, Snsvi y Smnglof fueron a buscarla y ella los despachó con una sentencia parecida a “primero muerta que devuelta”. Desde entonces, Lilith se venga de la prole de Adán atacando a los niños recién nacidos y a las madres que no porten un amuleto con los tres nombres de los ángeles vengadores. Ése, dicen, es el origen de la palabra lullaby (que puede traducirse como arrullo o canción de cuna), la cual se entonaba para “ahuyentar a Lilith”.
El mismo plano cartesiano en el que se insertan casi todos los hechos femeninos y que dio origen a creencias tan arraigadas como “damas en la calle y putas en la cama”, tenemos así a la mujer madre que funda el mundo y a la mujer sexual que desova monstruos.
La herencia de Lilith. Esta dicotomía ayuda a entender la simbología que nos rodea, incluso hasta la modernidad. La antecesora de la Barbie fue una muñeca alemana llamada Lilli, con apariencia de dominatrix. Su herencia literaria comprende desde la Reina Blanca de Narnia, laLolita de Nabokov y los seres imaginarios de Borges, hasta el catálogo femenino de Anaís Nin enDelta de Venus. En astrología, ese punto matemático e incorpóreo que se produce justo cuando la Luna está más alejada de la Tierra se llama Luna Negra o Lilith. Su mito logró atrapar a los maestros del psicoanálisis. Lilith y Freud. Lilith y Jung. Lilith y Lacan. Toda una celebridad del mal construida a partir de un suceso tan trascendental como inadvertido: la verbalización de su deseo.
La primera mujer sobre la faz de la tierra no sólo sabía lo que quería, sino que logró convertirlo en texto fundacional, asumiendo sus consecuencias para siempre. Es allí, y no en las tantas vueltas de tuerca de la historia, donde reside su grandeza.
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Artículo publicado originalmente en Culturtetas y en Prodavinci